Había una vez un rey muy rico y avaro. Era muy antipático y siempre estaba discutiendo por cuestiones de dinero.
Tenía una hija muy hermosa llamada Rosalinda. Casi todos los hombres del mundo querían casarse con ella. El padre de la princesa, cada vez que llegaba un pretendiente, le ponía pegas. Siempre decía o que no tenía mucho dinero, o que era demasiado bruto...
Un día, el rey se cansó de que su hija nunca tuviese alguien "perfecto" con quien casarse. Así que decidió que haría un concurso : todos los chicos que quisieran casarse con Rosalinda tendrían que llevar lo que para ellos era el tesoro más valioso. El rey y la princesa (que no era avara, realmente tenía un buen corazón) elegirían el mejor tesoro. Y el hombre elegido sería el que se casaría con Rosalinda.
El rey comunicó el concurso y al siguiente día había un montón de hombres delante de la puerta del palacio. Todos traían muchas cosas valiosas salvo uno: Era bastante guapo, pero vestía unos pantalones y una camisa rota.Cuando el rey vio a aquel chico, ordenó inmediatamente que lo llevasen a su presencia. Le preguntó: -¿Qué haces aquí? Si quieres dinero, vete a pedir a otra parte.- El joven se asombró y le dijo al rey que él era pobre, pero que no venía a pedir, que venía a traer el tesoro del concurso para que Rosalinda se casase con él. Todos se quedaron estupefactos. ¿Cómo aquel hombre pobre iba a poder casarse con la bella princesa? El rey le dijo al hombre que cuál era el tesoro que traía. El joven, que se llamaba Alejandro, dijo que su tesoro era el amor que sentía por Rosalinda. A el rey le pareció que las cosas que dijo Alexander eran muy sabias, pero dijo que Alexander no se podía casar con Rosalinda. La princesa suplicó y suplicó, pero el rey no le dejaba.
Al final, el monarca se dio cuenta de que el amor que sentían Rosalinda y Alejandro era verdadero y un día le dio una sorpresa a la princesa diciéndole que se podían casar.
FIN
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martes, 25 de junio de 2013
Rosalinda y Alexander
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